"Estás cocinando desde temprano" me dijiste cuando te comenté a las 4 de la tarde que estaba comenzando a preparar la cena.
"A fuego lento", te respondí. Y a fuego lento también me empecé a cocinar yo con la anticipación del encuentro de la noche.
Nos citamos a las 8, pero desde las 7 estoy lista. Prendo velas, música y me pongo a bailar. Sexy. Así me siento. Un vestido liviano, solo una tela que me roza con el movimiento y me recuerda a cada instante la desnudez con la que te espero.
Pasaron meses desde nuestro último encuentro. Y cuando te veo a través del vidrio de la puerta mi piel te recuerda, y me lo dice. Nos sentamos en el sillón, tu sillón y mientras me hablas mirándome a los ojos y acariciándome los brazos te recuerdo y nos recuerdo disfrutándonos. Me quiero acercar más y besarte. Pero me quedo, decido por quedarme disfrutando de tu tacto. Tenemos largas horas de noche todavía por disfrutar.
Me corres el pelo del cuello. Es increíble cómo ese gesto me provoca. Ladeo la cabeza para atrapar tu mano y no perder el contacto. Tu mano caliente y suave en mi mejilla reverbera tu temperatura en mi. Estoy deseante y deseosa. Me acerco a vos para facilitarte el acceso. Me besas, intensamente. Nuestras bocas se unen en un solo ritmo y una respiración. Bajas con pequeños besos por la línea superior del vestido, mientras tus manos buscan entrar por la parte inferior.
"Me encanta que me recibas así, hacelo siempre" me decís entre beso y beso . Nota mental: agendado ✅
Tus manos me siguen jugando y tu boca me sigue recorriendo. Y yo, completamente a tu merced. Quiero sacarme el vestido ya pero no estoy del todo lúcida. La ropa me molesta porque quiero entregarme completamente a vos sin interrupciones e incomodidades. Vos también lo sentís y juntos perdemos las prendas que nos impiden disfrutarnos sin obstáculos.
Tus manos acarician mis contornos mientras te deslizas por mis curvas en busca de tu propia aventura. Tu boca y tú lengua se convierten en conquistadores incansables que en el mismo acto batallan y celebran las victorias degustando el néctar divino.
Y si, finalmente llega ese momento, ese momento en el que el sillón ya no nos alcanza, y ambos tan sedientos dejamos los límites de la isla en búsqueda de la amplitud del océano.
Te invito a mi cama y aceptás. Tantas fantasías cumplidas en un solo acto: vos, desnudo, mi cama.
Y ahí, con una intensidad renovada, entras en mi por primera vez en la noche y esta vez es mi cuerpo quien te da la bienvenida.
Y los dos sentimos como mi cuerpo se va abriendo suavemente para recibir al tuyo en mi interior. Y en un movimiento descubrís el espejo al lado de la cama y me decís "miranos", y me giro, y en ese mismo segundo siento como te endureces más adentro de mí. Y nos reímos, sin poder creer, ninguno de los dos, esa sensación tan maravillosa.
La exploración, tu cuerpo, el mío, y cada uno de nuestros recovecos. El tacto, las respuestas, las miradas cómplices y lascivas, los condimentos necesarios para el sexo perfecto.
Y cuando explotás no solamente me regalás tu humanidad entera, sino también el sonido más hermoso que una puede desear: la carcajada, escapando de tu cuerpo a borbotones de satisfacción y placer.
Desatadaysensual
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