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Desde el sillón

Hoy viniste por primera vez a casa, y mientras te hacía el recorrido, me llamó mucho la atención la sonrisa y el brillo de tus ojos cuando pasamos al living y viste el sillón.


"En el sillón mirando tele" te respondí más de una vez a tu pregunta "¿en qué andas?"


Nunca me imaginé que el sillón era protagonista de tus fantasías conmigo. Que cuando me imaginabas, cuando nos imaginabas, estábamos ahí. Para mí, aunque lindo, siempre fue "un" sillón.


Pero para vos parece que era "El" sillón, así, con mayúsculas.


Ahí, parado en el umbral, veo tus fantasías pasar como una película que se imprime en tus pupilas y en tu pantalón. Me mirás por un segundo y leo tu súplica: "anda al sillón".


Doy la vuelta rozando tu cuerpo, y me paro de espaldas frente a vos.


Me saco el vestido que me puse para recibirte. Primero mi cola y después mi espalda quedan totalmente descubiertas. No me puse ropa inter


ior para recibirte. Quería estar fresca y liviana, y con mi desnudez rápida para vos. En mi fantasía, la tela finita del vestido te deja ver cómo mi cuerpo desea el tuyo.


Termino de sacarme el vestido y siento tu mirada recorriendo mi piel. Esta luz me favorece. Me quedo quieta unos segundos para que admires mi cuerpo desnudo y me doy vuelta.


Levanto la mirada y siento como tu cuerpo se levanta a ritmo. Me gusta, estamos sincronizados.


Vos estás completamente vestido, pero igualmente veo como tu cuerpo se calienta debajo de toda la ropa. En cambio, yo, lo único que me


cubre es tu mirada. Y me encanta. Y me encanta saber también que, en muy breve, van a ser también tus manos las que me cubran de calor.


"Acercate" te digo. Rodeas la mesa baja y llegas a mí. Me siento sobre el respaldo del sillón con la espalda en la ventana. Te acercas a mi boca con un beso profundo e intenso mientras tus manos juegan en mis rodillas a separarme las piernas. Me mirás y te sonreís, y en un segundo te zambullís en mi entrepierna cómo si fuera un cáliz sagrado.


Tu boca y tú lengua me saborean y comenzamos esa danza primigenia que nos llena de humedad, un poco tuya, un poco mía. Te levanto la cabeza y te beso. Me gusta sentir en tu boca mi sabor.


Siento tu cuerpo aplastado dentro de la ropa y quiero ayudarte con la liberación. Te miro a los ojos y me estás sonriendo. Ay esa sonrisa de placer me desarma y me distrae. ¿En qué estaba? ¡Ahhh! El botón del pantalón. Bajo la mirada y no entiendo cómo no estalló todavía.


Ahora sonrío yo.


Me bajo del respaldo del sillón y me acerco hacia vos, pero me decís, no, hoy no, hoy vos sos toda mía, y me recostás en el sillón, y una vez más unis tus labios de amor con mis labios de fuego, y mi cuerpo pasa de mi control al tuyo.




Y mientras tú boca degusta manjares brillantes y tus manos recorren paisajes endulzados, mi respiración se dificulta hasta que los gemidos se detienen por completo. Ya no respiro. No me puedo mover, no me acuerdo cómo se hace, ¿acaso alguna vez lo hice? "Dale, no es tan difícil", me digo, y me recuerdo "Lo hiciste toda la vida - solo ingresa aire por la nariz".


Mi cuerpo se pone en pausa, la calma previa a la tormenta. Tu lengua sigue su batalla y tu mano su exploración. Y yo, yo soy una llamarada que apenas introduzca un átomo de oxígeno al cuerpo, explota y se consume en un pode


roso orgasmo.


Mirás por la ventana y me decís "espero que los vecinos te hayan disfrutado tanto como yo".



@desatadaysensual





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