Al comienzo, por nuestra diferencia de edad no te fijabas mucho en mí, los 14 años de diferencia entre nosotros siempre te pesaron más a vos. Yo en cambio, te fiché desde que entraste a la oficina el día de tu entrevista de trabajo.
Cuando te fuiste fui a la oficina de Mara en RRHH y le pregunté todo sobre vos. Necesitaba saber quién eras y dónde encontrarte, en el caso de que no te dieran en trabajo.
A las 3 semanas empezaste a trabajar, y nuestra oficina se transformó en el jardín del Edén, mi paraíso personal con vos a 2 escritorios de distancia todos los días.
Había días que no me dirigías la palabra. Pero inclusive esos días yo sentía exactamente el segundo en qué tus ojos se posaban sobre mi. Y, era inevitable, cuando nuestras miradas se cruzaban, bajaba la tensión en todo el edificio poniendo a la oficina en sobre aviso "acá si no pasó, va a pasar". Y muy pronto.
Siempre me encantó provocarte, así, cuando te siento cerca te canto bajito pero para que me escuches:
"Me gusta un caballero que sea interesante
Que sea un buen amigo, pero más un buen amante
¿Qué importan unos años de más?
A mí me gustan mayores
De esos que llaman señores…"
La otra que me divierte hacerte es que se me caiga algo en el mini cubículo del ascensor. Yo me hago la distraída (que siendo sincera, me sale bárbaro!) y me agacho provocativamente a buscarlo. Obviamente me posiciono de espaldas a vos para que mi cola te quede en primer plano apenas rozando tu cuerpo. Cuando tengo suerte, y logro cronometrar todo al milisegundo, el ascensor frena, me desestabilizo y caigo sobre vos y como dos piezas de encastre, mi trasero y tú delantera se encuentran en un placer secreto.
Hoy amanecí encendida con un nuevo plan. Las picardías de mi juventud no te dan tregua. El último mes fue increíble. Con encuentros esporádicos en la sala de reuniones, en la sala de archivo del segundo piso, y en el descanso de la escalera del estacionamiento. Los besos y las manos están desenfrenadas. El deseo ha franqueado todos los límites y esos metros entre nuestros escritorios se sienten como viajes internacionales. Ése es el grado de necesidad que estamos manejando actualmente. Un roce de manos y comienza el fuego arrasador de bosques. No doy más.
Cómo decía, hoy amanecí encendida. Y aunque me debatí un poco si hacerlo a la mañana o más tarde, resolví que mi sorpresa iba a ser mejor para después del almuerzo. Las horas de la tarde se hacen largas en la ofi, así que… les vamos a poner sabor.. o movimiento.
Después del almuerzo, pasé por el baño, me lavé los dientes como todo los días pero esta vez también me coloqué la balita vibradora en la bombacha, me encanta esta tecnología con el imán que permite que todo quede en su lugar. Saqué el control remoto especialmente preparado en una cajita con la tarjeta "Señor Lucas Piombo" y de camino a mi escritorio lo coloqué en la bandeja del correo interno para que te lo lleven en algún momento en la próxima media hora.
Yo ya me estoy relajando al pensar en tu sorpresa cuando descubras el control remoto. Tu Nena entregándote el control en la mitad de la oficina.
Ahí te llegó el paquete. Tengo unos nervios!! No es muy común que llegue una caja, normalmente son solo sobres. Todavía no te diste cuenta. La tarjeta con la leyenda "Señor, a mí me gustan mayores" me deschava.
Siento que se me prende fuego la cara. Y la entrepierna.
Tomás me sigue hablando sobre las etiquetas verdes del sistema de archivo y detrás de él te veo con el control en la mano y el fuego en los ojos.
Apretás el control y empiezo a temblar. En la cajita decía "silencioso", pero creo que soy yo la que va a explotar en una sinfonía sonora. La discreción que tanto buscamos está por irse al tacho.
Intento explicarle a Tomás que las etiquetas de las carpetas que quedan en la oficina tienen que ser verdes, pero las que se van al archivo tienen que decir otra cosa. Tomás me mira como si le hablara en chino, no se si es que él no entiende o si yo no estoy haciendo sentido. La verdad no tengo muy claro que es lo que yo estoy diciendo.
Me cuesta concentrarme en el sistema de archivo. Solo me puedo concentrar en el fuego de tus ojos y mi propio placer.
Me río, Tomás me mira sorprendido. "Tommy, esta actualización es un poco más compleja que el sistema anterior. Llevamos muchos casos en simultáneo y necesitamos que el archivo de la empresa entre en la era digital" le digo. Respiro profundamente después de esa oración maratónica. ¿Podré decir la próxima? ¿Saldrá la voz normal o se me irá de tono en algún momento? Hago una pausa más larga que la habitual. Me es muy difícil hablarle con esta vibración que me vuelve loca. "Tomás, ¿tenés alguna propuesta a ver si podemos encontrar alternativas?" le pregunto. Necesito callarme. Que se distraiga con su propia voz.
Adentro hiervo. La vibración es alucinante y cederle el control a mi Señor en la oficina en la mitad de la tarde, una fantasía extraordinaria.
Toda la situación es divina. Yo sentada en mi escritorio con Tomás frente a mí hablándome insistentemente sobre el sistema de archivo. Vos en línea recta detrás de Tomás a 2 escritorios de distancia. Me mirás fijo y siento como Tomás desaparece. Soy toda fuego. Nunca, en la historia de mi vida, las palabras "archivo" "etiqueta" y "carátula" me resultaron tan excitantes como hoy. Tomas es nuestra banda sonora.
"Lau, ¿estás por terminar?" La vergüenza me vuelve a la tierra. Con mi cara te mando un "callate que te mato" pero me guiñas un ojo y agregas "necesito que me ayudes con estos documentos, los formularios F15 y B-285". Me sonrío tratando de disimular la risa y el color que comenzaba a trepar por mis cachetes. Tomás se da vuelta y te dice "Danos 10 más y te la dejo". Cualquier otro día hubiera sonado inocente, pero no hoy. ¿En 10? Vamos a ver si aguanto tanto.
Realmente siento que me prendo fuego.
"Pero Lau, podés conmigo hoy?" Se me seca la boca, no puedo responderte, y entonces agregas "no te quiero retener tanto si no podés" y en simultáneo con el "no podés" aumentás la velocidad.
Yo sigo sin poder hablar por lo que solo sonrío y te respondo con un "hmmm".
Tomas desconociendo absolutamente nuestro juego de doble sentido te dice "ya ya ya acabamos. Danos unos min para cerrar el tema"
Y mientras Tomas se dio vueltas y con el "ya ya ya" resonándome en los oídos, cierro los ojos concentrándome en mi y permitiéndome disfrutar de la ola de calor que se apodera de mi cuerpo. Gimo disimuladamente, no lo puedo evitar, intento disimularlo con una tos, o un bostezo y sale un sonido rarísimo. Tomás me mira muy extrañado. Estoy segura que lo escuchaste. Me sorprendería que no lo haya escuchado toda la oficina.
Abro los ojos enseguida y busco tu sonrisa. Ahí está, amplia y hermosa. Me escuchaste. Me miras satisfecho, y te veo besar el control que sonriendo te guardas en el bolsillo del pantalón. Este fue nuestro primer orgasmo y ese beso, la promesa de futuro más hermosa.
Nunca le confesé a Tomás que no pude escuchar ni una sola palabra de lo que dijo. Creo que se sintió un poco desilusionado que no adoptamos ninguna de sus propuestas, pero la verdad, me dió verguenza confesarle que no escuché ninguna.
Cómo dice el refrán "con paciencia y con saliva… " y está vez la paciencia me dió la razón a mi.
@desatadaysensual
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