Llego temprano al encuentro con las chicas y maldigo a mi virgo en la carta que me obliga a ser tan puntual. Por suerte la música esta divina, así que me pido un trago para hacer tiempo mientras llegan las otras. El bar está vacío, recién abierto, por lo que el alcohol es el mejor compañero para amenizar la espera.
Los camareros están terminando de preparar el salón y no me quiero quedar sentada en el living que nos adjudicaron. Siento sus miradas lastimosas cuando me relojean.
Y entonces me pongo a bailar. Quiero borrar sus miradas de mi autoestima. Saco de la cartera el labial rojo, mi rescate para estos momentos cuando siento que mi personalidad baja en ascensor. Cierro los ojos y comienzo a disfrutar de la música. Primero, marcando el ritmo balanceando el cuerpo y la cabeza, luego meneando levemente la cadera, a lo que ya olvidando dónde estoy agrego los brazos y las manos, que acarician las curvas de mi cuerpo y lo recorren suavemente. Mis manos me recorren la cara, el cuello, y bajan lentamente por el costado de mis pechos. El placer va al ritmo de la música. Viajo por otros tiempos y otras manos que me adoran.
El alcohol está produciendo su magia desinhibitoria, por lo que después de un rato de este éxtasis de movimiento en el que me siento la protagonista de un vídeo de música sensual, abro los ojos. Para mí sorpresa hay otro par que me mira embelesado desde la barra. Los tuyos. No parpadeas. Yo te devuelvo esa mirada sin dejar de moverme, y contoneándome, en este momento, para vos.
Tu mirada me sube la temperatura por lo que decido sacarme una de las capas de ropa que me cubre. No dejo de bailar y aprovecho mi estado mental de diva, para fantasear un striptease. Bajo la mirada hacia los botones de mi saco, y mientras inconscientemente me humedezco los labios te miro de reojo. Me sonrío cuando descubro los nudillos blancos de la fuerza con la que te estás agarrando de la barra intentando contener tu impulso de salir de cacería. Todo tu lenguaje corporal es el de una pantera agazapada preparándote para salir por tu presa. Te miro intensamente antes de desviar la mirada en busca de dónde apoyar la prenda y en ese paneo reconozco que no sos el único en el bar. El resto de los camareros, responsables de la puerta e inclusive algunos transeúntes se detuvieron para ver mi espectáculo a través de la vidriera del bar.
Cómo si esto me sucediera todos los días, agarro mi copa y me la llevo a los labios. Doy un sorbo para disimular mi vergüenza. Todo movimiento en el bar estaba detenido mirando mi espectáculo. Silencio y tensión. Y justo en ese momento llega la primera de las chicas cruzando el umbral de la puerta. "Bella amigaaa cómo estás?" Me grita despampanante desde la entrada. La vida del bar se reactiva, y todo lo vivido en estos últimos momentos queda en el secreto de cada uno.
Corre y me abraza. "Este lugar está muy tranquilo" me dice un poco preocupada. Silenciosamente levanto la mirada hacia el barman que sonriendo corta los limones preparando los insumos de la noche. Me sonrío también.
….
Unas horas y unos tragos más tarde, mis paseos hacia el baño se hacen más frecuentes. De pasada miro a la barra, pero esta vez no estas. ¿Dónde te habrás metido?
Abro la puerta del baño para salir justo cuando la estás abriendo desde afuera. Esos ojos salvajes y deseantes se encuentran con los míos y tirando de mi mano me haces entrar nuevamente al baño con vos.
"Uff esos labios, desde hace horas que los quiero probar" me decís. Me sonrojo y te beso. Vos me encarás pero yo avanzo. Si lo que te gustó mi actitud diva quiero que la sigas disfrutando.
Me separo de vos y te pregunto "¿y qué tal?". Me agarras de la cintura y me pegas a vos nuevamente. Nos separamos para respirar y me consultas "¿quedó claro?"
Mhm… te respondo volviéndome a pegar a vos. Con mis manos recorro tu cintura, tu espalda, meto mis manos por dentro de tu pantalón y te toco la cola. Todo está duro, el trasero y el frente. "¿Y estás listo para más?" te digo sobrándote, aunque yo estoy tan caliente como vos.
Te reís asintiendo y descendiendo con tu mano hacia mi entrepierna. Cierro los ojos en el instante en qué entras en mi para focalizar en esa sensación de placer absoluto, pero inmediatamente después los vuelvo a abrir, no me quiero perder ni un segundo de vos.
Por suerte estamos en el baño y está la máquina expendedora de preservativos. El baño hoy, parece estar preparado para nosotros. Agarras uno mientras yo te desprendo el pantalón y libero tu necesidad que estaba aún comprimida dentro de tu ropa. Que belleza de ser que tengo enfrente mío. No puedo dejar de besarte y tocarte. Estás tan bueno.
Me das vuelta y con vos atrás mío quedamos mirándonos a través del espejo. "no cierres los ojos" me susurras al oído, y clavándome la mirada a través del reflejo me penetras lentamente para que los dos sintamos como entra tu cuerpo dentro del mío. Tu mirada salvaje caza la mía y siento como te sumergís en mí también a través de los ojos.
Estás adentro tan duro y profundo. Siento como estás todo adentro mío. Entraste tan tan despacio que se sintió como si tu pene no tuviera final. "Mírame" me decís "no corras la mirada". "Dale" te respondo. Y al escuchar mi respuesta, metes una de tus manos por mi remera para agarrarte de mis pechos, y con la otra comenzas a estimularme mientras entras y salís de mi cuerpo a gran velocidad. Ahora soy yo la de los nudillos blancos de sostenerme firmemente para recibir cada embestida.
Esto está delicioso y cierro los ojos. Te frenás completamente y los abro con horror ¿Qué pasó?
"Abrí ojos y mírame. Estamos acá, los dos. No es un sueño. Estamos"
Y volves a penetrarme lentamente mirándome a través del espejo. "Me ves?" Me preguntas una vez estás completamente adentro.
Y como si fuera una señal de largada te respondo "Te miro".
Y esa mirada profunda y animal me habla de goce y placer, y tus manos me descubren la libertad y rebeldía. Y así llego al orgasmo, en breves minutos con un desconocido que cala y hondo. Me cuesta mirarte, no estoy en control de mi cuerpo, y está vez vos también los cerras cuando descargas dentro de mí.
Me doy vuelta y te beso. Con deseo y agradecimiento.
" Podré verte bailar otra vez?" Me consultas.
"Seguro que si" te digo, y me doy vuelta saliendo del baño, volviendo al reencuentro con las chicas.
@desatadaysensual
Comments