Desde que nos pusimos de acuerdo de que el sábado nos íbamos a dedicar todo el día al body-painting, no lo pude dejar de pensar. Estaba en modo "cuenta regresiva", cada día hacía algo. El martes empecé a investigar cuántos litros, o mejor dicho kilos íbamos a necesitar, el miércoles los fui a comprar. El jueves encargue los pinceles de silicona y el viernes los recibí. Hoy me desperté tempranísimo, ya me bañé (estaba súper ansiosa) cambié las sábanas de la cama, cubrí el sillón y puse una sábana vieja de alfombra en el living. Preparé todas las compoteras que tengo y acerqué el microondas a la mesa. A veces pienso que el Loft es un poco pequeño, pero para hoy, tener todo en un ambiente me resulta funcional.
Me puse un shortcito rojo y una remera blanca. Dudé si ponerme ropa interior pero finalmente resolví que sí, por lo menos para abrirte la puerta.
Suena el timbre y te abro. Estás hermoso, las carcajadas se te desbordan de la boca por la anticipación a lo que estamos por hacer.
Medio en chiste medio en serio trajiste una botella de agua "creo que la voy a necesitar" me dijiste, así que la puse en la heladera.
Nos miramos, entre ansiosos y nerviosos, y nos besamos, así como para ponernos a tono. Son recién las 2 de la tarde.
Es increíble como el simple contacto del beso, o tu mano en mi cintura, es suficiente para cambiar la temperatura.
"Hiciste algún boceto?" Te pregunto, y sonrojándote por la respuesta me decís "no.. yo soy más abstracto, cómo Jackson Pollock, prefiero improvisar" y los dos estallamos de risa.
"¿Estás lista?" me preguntas vos y yo no puedo responder otra cosa más que: "a punto caramelo", y entonces buscamos en Youtube un set de "música para pintar"
Entre beso, caricia y microondas, nos vamos desvistiendo. Con la excusa de que vos también te podés manchar, logro sacarte todo. Me gusta ver tu cuerpo cuando reacciona al mío y hoy no me lo quiero perder ni loca.
Derretimos chocolate semiamargo, de leche y blanco, nuestros tres colores primarios.
Me paro en el centro del living sobre la sábana/alfombra, lista para recibir la primera pincelada. Me miras fijo, con el pincel en la mano buscando el lugar dónde hacer el primer contacto.
Nervios de anticipación. El pincel está tan cerca pero no se apoya sobre mi piel. Los segundos se me hacen eternos. Quiero sacarte de tu trance y te digo: "espero que el chocolate no esté muy caliente".
A lo que me respondes, guiñándome un ojo "no más que vos". Y apenas terminás la frase, muy decidido apoyás el pincel entre mis pechos marcando una "U" hacia la derecha, y luego otra hacia la izquierda.
No sé si fue la sorpresa, la temperatura del chocolate o la concreción de una fantasía de tan larga data que suspiré inconscientemente.
Me miras, y anticipando el resultado de tu obra, me decís: "estás hermosa". Yo no entro en mí, la felicidad me desborda.
Seguir deslizando tu pincel sobre mi cuerpo untando chocolate. Yo estoy en un delirio de placer y fantasía. Me siento divina, ¿cómo se verá desde tu lado? Ni me di cuenta de que tenía los ojos cerrados hasta que un "uy nooo!" me hace abrirlos. Desconcertada te veo sonriendo "me salió torcida" y magistralmente pasaste tu lengua por mi piel degustando el chocolate y provocando en mí los más pecaminosos de los pensamientos.
Pensar que después del pincel viene tu boca a comerse el chocolate, me levanta en un par de grados la temperatura. Está bueno eso, que el calor de mi cuerpo no permita que el chocolate se enfríe y endurezca.
Me gustan las pinceladas largas y juguetonas, que van, vuelven, hacen piruetas y buscan cubrir cada espacio de piel. Dibujas al ritmo de la música. Me encanta mirarte, concentrado en mi, mirando y disfrutándome centímetro a centímetro.
Cuando te acercas, tentado, con la excusa de saborear los nuevos tonos, puedo leer en tu cuerpo las segundas intenciones.
Siento el pincel por mi costado, bajas al muslo recorriendo la ingle hacia la entrepierna y con incertidumbre te detenés. Contengo la respiración.
Estoy demasiado distraída sintiéndote sobre mi piel cómo para notar que hace rato el pincel ya no tiene chocolate. Enseguida seguís camino para abajo y vuelvo a respirar. Vos, arrodillado frente a mí, gozás igual que yo de este momento. Despacito subís el pincel, muy lentamente, y me pedís que abra más las piernas para llevarlo a mi parte trasera. Tu boca está muy cerca de mi dulce cuerpo cuando siento que ya no es el pincel el que recorre mi cola sino tus manos. Te acercas más y me degustas entusiasmado. Me tiro en el sillón para que los dos estemos más cómodos. Vos arrodillado, y yo apoyando mis pies sobre tu espalda para darte más espacio para jugar.
Sentirme deliciosa para vos y verte disfrutar con tanto entusiasmo me hace feliz. Ojalá pudiera registrarte en este momento. Tu lengua traviesa sube y me olvido de todo. Saboreas mi pecho y me besas. Un beso dulce e intenso. Tus manos ansiosas se pasean por sobre el chocolate, y entre beso, lengua y mano, vamos comiendo nuestra pintura chocolatada entre los dos.
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