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Abrí los ojos

"Te extraño mucho, poquito, nada. Te extraño mucho, poquito, nada". Este juego de antaño tiene un único objetivo: convertirme en una asesina de flores porque nada de realidad tiene. Más certero sería "te extraño mucho, siempre, frecuentemente, mucho, siempre y frecuentemente". Y en estos últimos días la necesidad permanente de verte se hizo más fuerte.


Creo que la abstinencia de tu voz, tus ojos y tu piel (sobre y dentro de mi piel) incrementa en progresión aritmética la severidad con la que te extraño.


Miro tu foto de perfil por míl y un décima vez, y aunque ya desesperanzada estoy por dejar el celular en la mesa me llega el mensaje: "a las 13 estás en tu casa? Nos vemos?"


¡Parece que mirar fijo la pantalla del celular funciona! Pienso incrédula. Me siento la protagonista de la publicidad de "mírame, mírame" aunque yo a vos te pienso "cojeme, cojeme".


Enseguida te respondo "dale, te espero".


"Y yo te extraño" me escribís. Mi sonrisa. Ay Mi sonrisa de quinceañera! Inocente y amplia. El resto de mi cuerpo se parece más al de una cortesana de la edad media preparándose para un encuentro sexual libre y libertino. Me saco una foto y te la mando. "Mírame, ni un emoji puede reflejar lo feliz que me haces".


"Voy a hacerte sonreír en vivo también. Lo prometo" y yo no lo dudo. "Ansiosa" respondo. Conozco tus gustos y me preparo para vos, la cortesana que hay en mi ya se empezó a calentar.


Mi vestido blanco que marca justo lo que tiene que marcar, y tapa justo lo que tiene que tapar (o un poco menos) me queda pintado y me hace sentir una bomba. Y eso quiero, explotar para vos.


Suena el timbre y se me acelera el corazón.


Quiero retener tu mirada cuando me veas. Respiro profundo y abro la puerta. Parece que el vestido hace su efecto y veo cómo tus pupilas se dilatan por un segundo mientras recorres con tu mirada mi cuerpo. Te acercas a mi y me das un beso profundo e intenso. Es tu manera manera de decirme que el tiempo que pasó fue mucho para vos también.


Tus manos, levantando la excusa de vestido que me puse para tu deleite, me quitan la prenda en una milésima de segundo y quedo absolutamente desnuda para vos. Mi piel se eriza y mi cuerpo se estremece al sentir como tú mirada acaricia mis curvas. Acercás tus manos y suavemente comenzás a acariciarme. Yo me dejo. Cierro los ojos para darte más libertad, y para concentrarme solamente en sentir tus dedos calientes recorriendo mi piel excitada.


Me debato entre mirar tus ojos desbordantes de deseo, o permanecer con los ojos cerrados ofreciéndote tu intimidad con mi cuerpo. Me decido por la segunda opción.


Mírame. Tocame. Comeme. Penetrame. En ese o en cualquier orden.


Tu lengua juguetona recorre mi piel y concentrada en el sentir me sorprende cuando comienza a dibujar infinitos sobre el pezón.


"Morderme" te pido. Y la presión de tus dientes clavados en mí, se replica en la entrepierna. Siento como me humedezco y estoy lista para vos. Pero vos tenés otros planes.


"Abrí los ojos" me ordenas y cumplo. Ahora son mis ojos los que no pueden enfocar. El placer me anula todas las funciones cerebrales. Me parece increíble que apenas entraste hace 3 minutos al departamento y yo ya estoy jadeando cómo loca.


Te miro con deseo, y pienso que te quiero seguir dando indicaciones telepáticas. Vos, por el contrario, las verbalizas: "acostate en el sillón". Lo hago gustosa.


Al mismo tiempo y con una urgencia cuasi desquiciante busco tu pantalón. Lucho con los botones para sacártelo. Necesito sentir tu piel suave (y caliente como yo) sobre la mía. Quisiera que tu ropa se esfumara a la velocidad de mis pensamientos, pero no, no es asi.


Te miro a los ojos y te digo "también te extrañé mucho" y en el momento en que termino la oración, cómo si hubieras estado esperando ese momento especialmente, entrás en mi como si tu cuerpo fuera la llave del cofre de la felicidad.


Y tu placer de desliza dentro del mío como dos piezas de un engranaje que fueron creadas para funcionar juntas. Mi cuerpo te recibe, y te acaricia, te rodea y te sostiene. Te ajusta y libera con la esperanza de una nueva embestida.


"Abrí los ojos" me repetís. No tengo registro de cuando los cerré. "Quiero ver tu deseo" agregás. Y entonces te agarro la cara y te beso sin correrte la mirada. "Cojeme, cojeme" pienso y en ese instante entras en mi, más salvaje y sin aviso. Parece que los mensajes telepáticos te llegan.


Esta vez gemimos al unísono. Y me miras y te sonrío, y nos reímos No quiero dejar de mirar tus ojos de lujuria, tu cuerpo de placer y tú boca de deseo, sabiendo que sos todo y solo para mí. "Que caliente estás amor" me decís.


"Para vos" te digo usando los últimos gramos de lucidez que me quedan disponibles.


Y mientras me continuas penetrando tus besos van bajando recorriendo el cuello, los pechos, y en un movimiento rápido, reemplazas la llave mágica de tu cuerpo por tu lengua y gimo nuevamente. Está vez es un sonido que nos libera, a mí y a vos, que te invita a profundizar tu actividad, Tu lengua baila y se aprovecha de mi placer. ¿O será que es mi placer el que se aprovecha de tu lengua? Entre lamida y mordida vas introduciendo uno, dos y tres dedos dentro mío.


Siento que pierdo la cabeza, estoy al límite y me decís " quiero sentir tu orgasmo en mi boca. Quiero sentir el sabor de tu placer. Por favor". ¿Me estás suplicando? No es momento de pensar, lo único que quiero es regalarte lo que me pedís, y sintiendo como mi humedad me desborda, un destello blanco me enceguece. Tus dedos continúan rítmicamente estimulándome mientras tu boca absorbe cada una de mis contracciones. La luz me encandila, soy energía, soy orgasmo, soy placer. Mi cuerpo tiembla y temo que se desintegre en millones de partículas vibrando por el aire.


Mi cuerpo se detiene, se relaja, flota en una nube liviana de placer. Tus manos, más tranquilas me acarician mientras la risa se me agolpa en la garganta.


Una vez más es tu boca la que me vuelve a la tierra y sella este momento con un beso con sabor a mi, y a vos.


@desatadaysensual

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